Las fotografías de la Manifestació per les Llibertats fueron determinantes en mi trayectoria profesional. Al ser publicadas en medios internacionales (The New York Times, Der Spiegel, Paris-Match, Newsweek, Time…), tuvieron una repercusión importante entre compañeros de periodismo que solicitaron mi contribución fotográfica en Cuadernos para el Diálogo, Realidades, Posible, Ciudadano, Tele/Exprés, Interviú, Primera Plana y otros. Casi automáticamente decidí decantar mi profesión de periodista articulista a fotógrafo de reportaje.
“Pese a la variedad de motivos que contiene, hay uno que, en contraste con otro, focaliza la crudeza de la escena. Es el policía que blande su porra enérgicamente a punto de golpear a los manifestantes. El otro motivo que centra la atención emerge del grupo situado justo debajo: la figura de un hombre (el famoso pacifista Ferrán García Faria) que se cubre inútilmente la cabeza. Su cuerpo no está agazapado, sino tirado como si concentrara sobre él toda la violencia. Esta sensación queda potenciada por un efecto compositivo surgido del propio instante: el triángulo formado por el cuerpo del policía, la trayectoria del golpe hacia la cabeza de Ferrán García y la masa de brazos y pies que se extiende por el suelo; en el interior del cual se forma otro triángulo con el cuerpo del pacifista. Lo sugestivo de esta imagen es que esa idea puede leerse en dos escalas: tanto en este triángulo central como en el conjunto. Porque si hacemos una segunda lectura atenta es posible percibir cómo en realidad el grupo de manifestantes tiene a su alrededor un coro de cinco policías (el protagonista del golpe tapa a uno de ellos) que acaban de descargar diversos porrazos, como puede comprobarse en la foto anterior. Ese contraste entre la masa compacta de los manifestantes apiñados en el suelo y el grupo de policías que los asedia de pie intensifica la sensación de indefensión. No obstante, la singularidad de esta imagen, donde todo parece estar compuesto, es que hay que explorar el motivo central adentrándose en el interior de la imagen y, una vez descubierto, volver a integrarlo en el conjunto. Al tiempo, la radical oposición entre violencia e indefensión permite que la imagen contenga ese potencial alegórico del que hablábamos y ya no solo se lea como la crónica de una manifestación, sino como el modus operandi de las fuerzas policiales de un Estado autoritario. Tal vez por ello la foto ha sido reproducida con todo tipo de reencuadres que operan con un axioma eficaz: a mayor cercanía, mayor grado de carga alegórica”
R. Tranche, R. (2022) Agitación en las calles. La violencia política en la Transición española a través del fotoperiodismo, Historia y comunicación social 27(1), pp. 76-77.