“Fueron pocos disparos, apenas una veintena, los precisos en un duelo justo. Dalí, más allá de Dalí, desnudando su excentricidad astronómica ante la lente del fotógrafo que no se dejó apabullar. La cámara hizo suya la mirada y ganó” (José Ayma).
En el Hotel Palace de Madrid, con su habitual objetivo largo de 105mm, 5.6 de diafragma y flash rebotado al techo, Cancio realiza uno de los retratos más celebrados de su carrera, mostrando con precisión quirúrgica la excéntrica y singular personalidad del artista: esos ojos desorbitados, esa expresión solemne… encajada en un primerísimo primer plano que enfrenta desafiante el retratado con el espectador: “La expresividad teatral de la mirada, esas cejas desordenadas, los poros microscópicos abiertos de la piel y el bigote engominado que atrapa al que lo mira, han acompañado la carrera de Cancio, que nunca pensó en ese retrato como algo icónico” (Amelia Castilla).
Dalí, 1978
Madrid, Hotel Palace, 1978
Raúl Cancio