Desde el final de la Guerra Civil no había podido celebrar actos públicos el sindicato anarquista CNT, hasta que, en marzo de 1977, autorizaron una reunión de CNT fuera de la capital. Así, en la plaza de toros de San Sebastián de los Reyes salió de la clandestinidad ante unos 25000 asistentes, en su gran mayoría jóvenes que no habían vivido su pasado esplendor, cuando llegó a contar con millón y medio de afiliados, miles de milicianos y cuatro ministros en la II República. En agosto del mismo año, las Jornadas Libertarias de Barcelona mostraron la efervescencia del movimiento heredero de la CNT-FAI, ahora en manos de una juventud contracultural influida por el Mayo del 68 y discrepante con el puritanismo de los cenetistas del exilio. La fuerza de este renovado espíritu se vería truncada, primero por el incendio provocado en la Sala de Fiestas Scala de Barcelona con cuatro fallecidos el 15 de enero de 1978, al término de una manifestación cenetista. Tras un tortuoso camino judicial, en 1983 se condenaría a un infiltrado policial en las Juventudes Libertarias como instigador del atentado, pero la reputación del sindicato ya estaba perjudicada. Luego vendría la escisión sindical de la CGT para hundir la organización cenetista. Y el tiempo político ya no era de ruptura, sino de pactismo.

Demetrio Enrique Brisset