“Unos meses antes de ser tomada esta imagen, Adolfo Suárez había ganado las segundas elecciones generales (1 de marzo de 1979) como candidato de la UCD, en lo que podía entenderse como una confirmación de su gestión política. Paradójicamente este triunfo fue el comienzo del inexorable declive de su poder. Aunque había aumentado ligeramente el número de diputados, 168 escaños sobre los 165 anteriores, la situación interna de su partido distaba mucho de ser tranquila. Su liderazgo empezaba a cuestionarse en medio de un panorama político y económico muy convulso. La foto reproducida en la portada de El País el 26 de septiembre de 1979 parece una clara alegoría de este tránsito: Suárez sentado solo en la bancada azul del Congreso durante el desarrollo del pleno del día anterior. Pero la foto, captada por Marisa Flórez (la mejor cronista de la actividad parlamentaria en democracia), es el resultado de varias operaciones del medio que la reproduce con un dispositivo nada casual. En primer lugar, hay que reparar en la habilidad de la fotógrafa para capturar un momento llamado a contener dos dimensiones: la del acontecer diario de la vida política y la de los gestos simbólicos que alimentan el discurso histórico. No solo eso, la imagen incorpora un rostro donde la mirada, pensativa, casi perdida, parece ajustarse a la sensación de aislamiento que destila el conjunto. Ahora bien, esta impresión esta reforzada por una segunda intervención que enfatiza el primer hallazgo: el reencuadre de la foto. Frente al formato convencional del 35 mm. fotográfico, la imagen se presenta con un efecto panorámico que secciona el espacio hasta mostrar únicamente la bancada azul, la zona destinada a los miembros del gobierno. Una operación que tiende a estirar y a prolongar en sentido longitudinal lo que de por sí es un espacio curvo: la sección del lateral derecho del hemiciclo. En su concepción final la foto incorpora todos los asientos de esa sección, ocho, con lo que el contraste entre la presencia de Suárez y la ausencia de todos los ministros es patente. Al reencuadrarse de manera tan ostensible, queda aparentemente descompensada, mal compuesta, y no tenemos más remedio que preguntarnos por qué se prolonga tanto por la izquierda como se clausura abruptamente por la derecha. El reducido espacio que el presidente ocupa en el conjunto, potencia esa idea de soledad en su acción política, de líder abandonado. Pero si la ubicamos en su contexto político la imagen incorpora otros matices: estamos en el Parlamento y esa situación implica dejar aislado el poder ejecutivo frente al legislativo. […]. Fuera de las coordenadas precisas en que fue captada, denota una circunstancia general: la pérdida de poder de Suárez frente a las luchas internas y la descomposición de su partido […]. Es más, expandiendo el instante que atrapó su autora, la foto parecer consumar el oscurecimiento progresivo de su carisma”.
TRANCHE, Rafael R. (2016). “Instantáneas” (pp. 324-326). En Carisma e imagen política. Líderes y medios de comunicación en la Transición. Valencia: Tirant Humanidades.