Agradecimientos: Marisa Flórez y El País
El `Guernica´ de Picasso en la Sala Lucas Jordán del Casón del Buen Retiro del Museo del Prado, Madrid
Inauguración de la exposición "Guernica-Legado Picasso", Madrid, 23 de octubre de 1981. El cuadro se exhibe por vez primera en España, tras 44 años "de exilio", coincidiendo con la celebración del centenario del nacimiento del pintor.
Marisa Flórez
El País, 24 octubre 1981

En el mismo lugar veinte fotógrafos diferentes ven distinto lo que van a fotografiar.

Marisa Flórez

«Cuando en septiembre de 1981 el Guernica fue recobrado y traído a España, tras 44 años custodiado por el MoMA en Nueva York, en el contexto de la Transición la obra maestra de Picasso pasó de ser un símbolo republicano, de lucha contra el fascismo y la barbarie bélica, para convertirse en un símbolo de la paz. La transformación semántica que sufrió el Guernica fue abonada por la prensa, que lo convirtió en “el último exiliado”, garante de la reconciliación y concordia nacional. Como ha señalado Gijs van Hensbergen (2022, p. 358), “a través de su propia transformación, el Guernica había contribuido psicológicamente a facilitar la transición española a la democracia. Aquel era su nuevo significado. Solo por esa razón era mejor exhibirlo de manera segura y mantenerlo custodiado en su gigantesco catafalco de cristal”. Si embargo, la apertura de la exposición que daría a conocer al público el Guernica en el Casón del Buen Retiro coincidiendo con la celebración del centenario del nacimiento del pintor, titulada Guernica-Legado Picasso, fue todo un acontecimiento mediático. Reflejó, a través de una serie icónica de fotografías captadas por distintos fotógrafos que cubrieron el acontecimiento, las tensiones de aquel período. Vistas con perspectiva histórica, en ellas, los fotógrafos antepusieron el Guernica a elementos propios del ideario franquista, de gran carga simbólica y violencia contenida, como el guardia civil uniformado, con el tricornio, el subfusil que empuña y la bandera constitucional con el águila de San Juan Evangelista, cuyo escudo todavía conservaba la simbología imperialista heredada de la dictadura, además de la urna de cristal blindado que protegía el cuadro de posibles atentados.

Por su parte, de entre las imágenes que tomó Marisa Flórez del acontecimiento, fundamentalmente, han circulado dos versiones. Una de ellas (Fig. 2), en formato vertical, publicada por El País en diversos aniversarios de la llegada del Guernica a España en 2006 y 2016, además de en catálogos y exposiciones, coincide parcialmente con el concepto fotográfico de yuxtaposición de elementos franquistas y rupturistas que persiguen las instantáneas de Manuel Pérez Barriopedro (EFE) y Antonio Suárez (Cover) comentadas también en los respectivos perfiles de estos fotógrafos en la página web de Fototrans.

La otra versión que ha circulado de la serie que le dedicó al acto de presentación del cuadro Marisa Flórez, publicada originalmente el 24 de octubre de 1981 por El País en la sección de Cultura (Fig. 1), que es la que hemos seleccionado para nuestro comentario, la captó desde el lado opuesto de la sala, el derecho. Aquí los dos guardias civiles no flanquean la urna, parece que han abandonado su puesto para asumir la posición de espectadores del cuadro. De rostros anónimos, mostrados ambos de espaldas, esta versión aporta nuevos matices interpretativos a la imagen respecto a los de sus colegas de profesión. Los guardias civiles parecen conversar entre sí como espectadores o críticos que visitan la exposición. Al captar la fotografía desde el lado derecho de la sala y desde detrás de los agentes, con la angulación que fuga hacia la izquierda en ligero contrapicado, la fotógrafa nos integra a nosotros también en la escena como parte del público asistente, nos hace partícipes de la acción dramática, de “los horrores de la guerra” que parecen contemplar y comentar las fuerzas de seguridad.

Según se aprecia en la imagen (Fig. 1), esta fue la fotografía que El País publicó el 24 de octubre de 1981, junto con el titular de “A Calvo Sotelo le habría gustado que el Guernica se llamara Los horrores de la guerra”, en referencia quizá al cuadro homónimo de Rubens o a la serie de grabados de Los desastres de la guerra, de Goya. La imagen, que se publicó junto a otra fotografía en que se veía al presidente acompañado de su esposa y el entonces ministro de Cultura Iñigo Cavero visitando la exposición, iba identificada del siguiente pie de foto: “La Guardia Civil protegió fuertemente el cuadro”. Con todo, esta versión de la fotografía, a diferencia de las manejadas por Barriopedro (EFE), Antonio Suárez (Cover), Gustavo Catalán (Diario 16) y la otra comentada de Marisa Flórez, es la única en que parece que los guardias civiles no protegen el cuadro, más bien lo admiran. De hecho, sabemos que son guardias civiles por la forma del tricornio. De lo contrario, el contraluz hubiera dificultado su identificación. Aquí, además, se prescinde de los elementos de tensión de las otras versiones (el subfusil reglamentario y la bandera con el águila de San Juan). Los guardias civiles además están en posición de descanso, el de la derecha, con la espalda incluso encorvada.

La vitrina aquí invita a ser interpretada de otro modo. Estéticamente, no da la sensación de apresar el cuadro, como en las versiones de Barriopedro y Suárez, como si el Guernica estuviera encarcelado, sino más bien genera la sensación de estar ante un escaparate o pantalla de cine, lo que no parece tan descabellado, cuando historiadoras como Teresa Posada Kubissa (1988, p. 116) afirman que “Picasso se planteó el cuadro como un gigantesco fotograma proyectado sobre una gigantesca pantalla de cine, de modo que Guernica nos ciega, nos aturde. No sabemos hacia dónde llevar la vista, hacia dónde dirigir nuestra atención […]. Picasso no quiere que contemplemos. Quiere que nos compenetremos con lo que está acaeciendo”. Esa compenetración es a la que nos invita la instantánea de Flórez al hacer de los guardias civiles espectadores privilegiados del cuadro, por cuanto lo atesoran al tiempo que lo admiran. La fotógrafa genera además en la imagen comentada una auto cita (véase la Fig. 3) al hacerse eco de una estrategia compositiva similar a la que manejó cuando cubrió en septiembre la llegada del Guernica al aeropuerto de Barajas en un vuelo regular de Iberia. En dicha fotografía Marisa Flórez también emplaza a dos guardias civiles de espaldas contemplando la histórica escena del desembarque».

ROMERO ESCRIVÁ, Rebeca (2023). La llegada del Guernica a España en clave fotográfica: estudios emblemáticos de las grietas de la Transición (en prensa).

El Guernica, Marisa Flórez 1977
Fig. 1. Crónica original publicada por "El País" en la sección de Cultura (p. 25) el 24 de octubre de 1981, ilustrada con la instantánea comentada de Marisa Flórez a la derecha.
Fig. 2. A la izquierda, fotografía en formato vertical del acto de presentación del emplazamiento del "Guernica", de Pablo Picasso, en el Casón del Buen Retiro de Madrid, tras su regreso a España. Esta otra versión de Marisa Flórez del mismo acontecimiento se ha revitalizado con los años al ser publicada con motivo de los aniversarios del centenario de Picasso y la llegada del "Guernica" a España, en 2006 y 2016, respectivamente, reproducidos abajo. En ella, como en las instantáneas de Manuel Pérez Barriopedro (EFE), Antonio Suárez (Cover) y Gustavo Catalán ("Diario 16"), un agente de la Guardia Civil vigila la urna blindada que protege el cuadro.
Fig. 3. Llegada al aeropuerto de Madrid Barajas del "Guernica", de Pablo Picasso, el 10 de septiembre de 1981. Fotografía de Marisa Flórez para "El País".