El príncipe Felipe tenía solo 14 años cuando acude al partido de fútbol que enfrenta a Real Madrid contra Atlético de Madrid. Sentado entre los presidentes de ambos equipos, Vicente Calderón y Luis de Carlos, al fondo el presidente del congreso, Gregorio Peces-Barba:

“La noticia era que el Príncipe era “colchonero”. Ese día jugaban Atlético de Madrid y Real Madrid con sus respectivos presidentes en el palco. Al Príncipe lo tenía enfocado con un teleobjetivo y como buen Borbón, giró la cabeza para facilitar el trabajo. Hay profesionales que aprenden muy jóvenes” (Cano, 2008).

Podrían estar en cualquier lugar, pero están en el fútbol. Podría ser un retrato de álbum familiar, pero es el futuro rey de España, escoltado por los presidentes de ambas formaciones deportivas. La imagen tiene el encanto de la mirada noble del niño, ingenua y dulce, con sus hermosos ojos claros, que gira su cabeza ligeramente para mirar al fotógrafo y romper de ese modo las direcciones de miradas frontales que ejercen los otros tres personajes de la imagen que, dicho sea de paso, se descubren todas enmarcadas detrás de sus gafas. El niño no sólo mira al fotógrafo, parece querer sonreír. La cara de Felipe de Borbón sobresale por encima del resto con la suave textura de su juventud, perfectamente enfocada, dedicando al espectador un saludo afectuoso, desde las gradas del estadio.